Mariluz Moraza

Son muchos los daños generados por la reciente riada. Sobrepasaron cualquier previsión que manejábamos desde el Ayuntamiento. Pero si tengo algo que sacar en claro de esta experiencia (que no ha sido fácil para Burlada) es la calidad humana de los burladeses y burladesas.

Las inundaciones nos han dejado un panorama desolador para muchos vecinos, comerciantes e incluso para el Ayuntamiento, que ha visto afectado el archivo municipal, y que, como muchas viviendas y comercios de la zona, se quedó muchas horas sin luz.

Mi satisfacción llegó cuando, al bajar el nivel del agua, asociaciones y voluntarios vinieron a ayudar en lo que podían, y muchísimos vecinos a título personal prestaron su tiempo y sus manos para ayudar a quien lo necesitaba. Aquí no había colores políticos, había personas ayudando a otras, y eso es algo que personalmente me parece precioso.

En estos tiempos en los que prima la confrontación, la contraposición de ideas, en ocasiones, hasta el odio al diferente, es bonito ver cómo lo humano prevalece, y aquí y como concejal de Burlada solo puedo dar las gracias. Gracias a todos los que ayudaron, a los que bajaron de sus casas para achicar agua y limpiar el lodo en comercios, gracias a quienes ayudaron a otros vecinos en sus viviendas.

Pero no solo fueron los voluntarios, los bomberos o la policía los que se dejaron la piel trabajando. También los empleados municipales estuvieron más que a la altura de la difícil circunstancia que se nos presentó. Algunos dejaron sus vacaciones para arrimar el hombro, otros doblaron turnos. En pocas palabras: hicieron lo humanamente posible y lo imposible para solucionar las emergencias de las primeras horas y para que Burlada pudiese volver a una relativa normalidad.

No me quiero olvidar de los bomberos, de la Policía Foral, de Protección Civil, de Cruz Roja o de la Dya, y seguro que me dejo a alguien por el camino, pero, sin su trabajo, el cambio que en dos días dio Burlada tampoco hubiese sido posible. Solo puedo volver a decir GRACIAS.